Inteligencia emocional en las aulas

Inteligencia emocional en las aulas

Si hay un lugar donde la inteligencia emocional encuentra todo su sentido, es en el ámbito educativo.
A lo largo de nuestra vida, pasamos muchas horas (años) entre las cuatro paredes de un aula y es ahí donde se supone que nos preparan para la vida: para encontrar un buen trabajo en el futuro y para aprender a manejarnos por el mundo y ser medianamente felices.
La escuela tradicional se ha centrado siempre en lo primero y olvidado lo segundo.
Aprendemos a hacer raíces cuadradas, memorizamos los nombres de las capitales del mundo y llenamos la cabeza de información pero nadie nos enseña qué son las emociones, cómo funcionan ni cómo influyen en nosotros y en nuestras relaciones con los demás.
La triste realidad es que la gran mayoría de nosotros nunca ha recibido educación sobre inteligencia emocional en las aulas.
Aunque, afortunadamente, las cosas están cambiando.
En Estados Unidos el aprendizaje de las habilidades emocionales es un objetivo educativo prioritario y aquí, en España, cada vez hay más centros educativos en los que se desarrollan programas específicos de alfabetización emocional. El Gobierno de Canarias fue uno de los pioneros en implantar la asignatura de educación emocional en las aulas.

La inteligencia emocional en el alumnado

La empatía, el autocontrol, la motivación y muchas otras de las habilidades que se incluyen dentro del concepto de inteligencia emocional, son elementos clave para el desempeño y el papel de los estudiantes en las aulas.
Según los resultados de la literatura científica, los alumnos que no desarrollan estas habilidades y que tienen baja inteligencia emocional presentan:
  • Peor rendimiento académico
  • Mayor abandono de estudios
  • Más comportamientos desadaptativos en el aula
  • Problemas de estrés y dificultades emocionales durante sus estudios
  • Menor capacidad de aprendizaje

La inteligencia emocional en los docentes

Cuando hablamos de inteligencia emocional en las aulas casi siempre ponemos el foco de atención sobre los estudiantes pero es igual –o más- importante volver la mirada hacia los profesores.
Lo es por varias razones.
Por un lado, porque la profesión de docente es una de las que más sufre el llamado estrés laboral (o burn out), y mejorar sus habilidades emocionales es una de las mejores herramientas para combatirlo. Les ayuda a manejar las exigencias del día a día y son, de alguna manera, su seguro de salud.
Por otro lado, es importante contar con profesores con una alta inteligencia emocional porque beneficia indirectamente a los alumnos al crear un clima dentro del aula que facilita el aprendizaje.
Además, como se suele decir: uno no puede enseñar lo que no sabe.
Para poder trabajar las competencias emocionales con los alumnos, es necesario que el educador también cuente con ellas. Y ya existen programas de aprendizaje socio-emocional para conseguirlo.

Inteligencia emocional fuera de las aulas

Hablar de inteligencia emocional es hablar de trabajo, de salud, de relaciones sociales y de casi cualquier área de la vida.
En el trabajo: nos ayuda a ser mejores profesionales.
En la salud: es un predictor de bienestar físico y psicológico.
En las relaciones sociales: somos capaces de establecer y mantener relaciones más cercanas.
Y, en general, tener una alta inteligencia emocional nos permite adaptarnos mejor a las situaciones.
Quizá por eso la asocian al éxito.

Inteligencia emocional en las aulas y fuera de ellas: conclusiones

En estos tiempos de cambio, el reto de la educación está en atreverse a dejar atrás viejas maneras de enseñanza y apostar por una educación integral que prepare a niños, jóvenes y adultos a enfrentarse a sus propios retos. Los principios del coaching aplicado a la educación son perfectamente aplicables cuando se trata de inteligencia emocional.
Es importante que los docentes adquieran los conocimientos y habilidades necesarias para poder formar a las personas, no solamente instruirlas.
La experiencia nos demuestra que de poco sirve saber hablar latín o resolver ecuaciones si no somos capaces de identificar, comprender y manejar nuestro mundo emocional.

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